lunes, 28 de abril de 2008

Cielo

Alcé mi vista al cielo, un cielo plomizo, oscuro, depresivo, riguroso y lleno de odio.

Yo creía que no había odio en mi corazón, pero al ver ese cielo gris y amenazante comprendí que era un reflejo de mi propio odio y violencia. Para cualquier otro, hubiera sido sólo un cielo muy nublado.

Todos esos sentimientos, características e impresiones que le endilgaba a ese cielo, provenían de mí, yo los estaba generando. Así fue cómo descubrí mi propia oscuridad, atormentado por mis visiones bajo un cielo inclemente.